¿Dónde quedan los deseos DE ELLAS?

Cuántas veces se ha hablado de los deseos de los personajes femeninos?

Raras veces aparecen en los cuentos tradicionales porque ellas han sido socializadas para estimular y satisfacer el deseo de los hombres, pero no el propio. De hecho, muchas mujeres reciben críticas cuando se muestran como son: mujeres normales que no cambian su forma de ser para agradar. Y esto es así porque el machismo sigue sin soportar ver a mujeres en espacios visibles con voz propia y sintiéndose libres. Siguen vivas ideas y actitudes que les recuerdan constantemente cómo deben vestir, mostrarse o hablar.


Elementos tan aparentemente inocentes como muchos juguetes o cuentos les recuerdan y les enseñan a convertirse en objeto de deseo, ser sexys, pero a la vez ser frágiles y vulnerables. Así que pasan a ser seres pasivos, meros objetos que pueden ser agredidos o utilizados, como lo fue Caperucita. Los deseos de ellas han sido anulados, en esta y en muchas historias (cuentos, películas, etc.), pero también en la vida de muchas chicas y mujeres.

¿Hay lugar para los deseos de las mujeres? 

¿Qué herramientas tenemos para dar voz a nuestros deseos cuando hemos sido socializadas para “ser para el otro”? 

Las mujeres tenemos el derecho de decidir, de saber lo que queremos, de ser protagonistas de nuestras vidas y, a la vez, de poder incidir o de cambiar nuestro entorno; es el empoderamiento. Pero, para tomar el poder” sobre nuestras vidas, es necesario que antes seamos conscientes del contexto en el cual estamos inmersas y saber cómo funcionan las estructuras de la desigualdad. Como bien explica Marcela Lagarde:


Trabajar la autonomía y la autoestima no es nada fácil, especialmente cuando la construcción de la identidad de las mujeres está condicionada por la MIRADA DEL OTRO, una mirada masculina que dicta y establece los cánones de belleza y de moralidad a la cual está sometida la mujer: cómo debe ser y qué debe hacer.

Es fundamental trabajar la autoestima de las criaturas y las adolescentes porque es una herramienta vital para prevenir la violencia de género y saber detectar situaciones de dominación. Aunque ha incrementado la influencia ideológica y la incidencia política de las mujeres, su mayor visibilidad y presencia en el espacio público no siempre es bien acogida. En este mismo sentido, Jane Darke recoge las siguientes palabras:

De hecho, la desigualdad y la jerarquía entre hombres y mujeres u otros colectivos no serían posibles sin el uso de la violencia, implícita o explícita, disimulada o ejercida. Por ejemplo, el uso que hacen las mujeres del espacio público es un elemento más de coacción y limitación de la libertad de movimiento.

En la historia de Caperucita, la protagonista se desvía del aprendizaje, quiere descubrir otros caminos, disfrutar de la naturaleza, coger flores. Es su pequeño momento de autonomía en el mundo exterior, aunque en la historia esta exploración es presentada como un riesgo evitable para el personaje:

– NO DEBERÍA ENTRETENERSE

– NO DEBERÍA VESTIR DE FORMA LLAMATIVA

– NO DEBERÍA HABLAR CON EXTRAÑOS

– NO DEBERÍA SER INGENUA

Son mensajes que han recibido y reciben constantemente las niñas y las chicas. Mensajes que limitan su independencia y su libertad de movimiento.

El trágico final de la historia es el castigo social, el castigo a su ingenuidad y al no sometimiento de las normas sociales. Esta respuesta colectiva es también la respuesta social a las agresiones que sufren muchas mujeres, basadas en justificar al agresor y en responsabilizar a la mujer de su conducta: por su ropa, por salir de noche, por ir por caminos desconocidos y poco iluminados, por hablar con desconocidos, por haber compartido unas fotografías de carácter sexual, etc. En definitiva, por ser mujer.  Igual que le ocurre a Caperucita Roja, fuera de la protección que ejerce la casa sobre las mujeres existe un peligro amenazante y resuenan en las mentes de las chicas las palabras de la madre de Caperucita: “¡No vayas por determinados caminos! No son seguros.”

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Descárgate una actividad sobre este tema: “El difícil camino para llegar a casa”.